Un fallo judicial sienta un precedente histórico en Uruguay contra el bullying: "Esperemos que estos casos operen como freno"

"Muchos dicen que son bromas o pavadas. Pero el bullying no es una cosa ni otra".

El juez civil Federico Tobía dispuso que un joven y su familia sean indemnizados con 12.000 dólares por el acoso moral que ese joven sufrió durante los siete años que asistió a un colegio privado de Montevideo.

A Felipe (nombre ficticio de la víctima) le diagnosticaron trastorno de estrés postraumático (TEPT) por los abusos que sufrió siendo un adolescente.

¿Qué opina la familia de Felipe sobre este fallo de la Justicia? ¿Las instituciones educativas uruguayas están prontas para diagnosticar este tipo de casos? Abordamos el tema junto al abogado Néstor Gutiérrez y el psicólogo forense Gustavo Álvarez.

Néstor Gutiérrez 

Esperemos que de acá en más estas cosas operen como freno, saber que existen sentencias que pueden condenar la actuación de los hostigadores o de los colegios.

Este caso terminó porque el joven fue invitado a irse del colegio. En agosto de 2014, cuando el menor ya no aguanta más la situación y se anima a hablar con su familia sobre lo humillante y denigrante, a partir de ahí es que el colegio lo empieza a separar para hacer parciales o escritos, algo que no deja de ser un castigo más.

Hasta hicieron un canal de YouTube en el que se publicaban imágenes desfiguradas de él. Se logró que el hostigador pidiera disculpas y se retractara. Pero también se daban episodios en los recreos, y eso de tener temor a salir por no saber qué podía pasar.

En 2014 se retomó todo de nuevo: creaban grupos y lo dejaban afuera. El menor tenía que soportar una situación insostenible.

Hubo amenazas de abusos físicos, lo que generó la intranquilidad de los padres.

Queremos que un tribunal decida si el colegio debe ser condenado o no. Con los elementos que aportamos, esperamos que sí lo sea.

Gustavo Álvarez

Muchos dicen que son bromas o pavadas. Pero el bullying no es una cosa ni otra: es una conducta violenta, mantenida en el tiempo, que se da entre pares, y los grados de violencia que se van generando son tremendamente significativos para la víctima y para quienes lo están mirando.

Una vez que la víctima se anima a abrir su secreto, la respuesta institucional vuelve a victimizar a la víctima. Estas cosas no son banales, para nada.


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