Cuando la selección partía del hotel de Río de Janeiro rumbo a Salvador de Bahía, el matador se acercó a un niño que le dijo unas palabras mirándolo a la cara.
Cavani se sacó unas fotos con otros jóvenes. Pero la historia con ese niño no terminó ahí porque el delantero le regaló el buzo de entrenamiento que tenía atado a su cintura.
El niño le agradeció y quedó mirándolo mientras Cavani firmó autógrafos.