En la noche del sábado Javier Aguilera y su familia festejaban que se habían comprado una cocina nueva

Él fue al supermercado pero, cuando volvía, fue baleado por un policía borracho que había discutido con dos niños de 12 años y los estaba persiguiendo.

Fue a buscar al super una bebida porque nos faltó, estrenábamos la cocina nueva. Teníamos la mesa pronta, esperando que volviera. No hubo despedida, no hubo nada.

El policía huyó y Javier Aguilera, de 43 años, murió poco después. El homicida fue identificado por cámaras de videovigilancia.

La Justicia dictó prisión preventiva por 180 días para el policía de 49 años.

A la viuda le quedó la difícil tarea de explicarles lo que pasó a sus hijos, Benjamín de 4 años y Antonella de 8 años.

Se los expliqué sencillo, así: alguien lastimó a papá y los doctores por más que quisieron ayudarlo... la herida fue fulminante y no había manera. Les dije así: a papá lo lastimaron, llegamos y el corazón no aguanta y cuando el corazón no aguanta, uno se apaga. 

Los niños reaccionaron primero con enojo pero después volvieron a preguntar.

Valeria ya había perdido a un hermano, que era policía y fue asesinado por delincuentes. Ahora perdió a su esposo, que había sido su novio desde que tenía 15 años.

Quiere agradecer a los médicos, a la policía de Canelones, a la jueza y a la fiscal, y a su abogada Claudia Trías que pedirá cambiar la carátula de homicidio a homicidio muy especialmente agravado.

El martes estuvo en la audiencia en la que imputaron al homicida.

Obviamente que con el dolor en el alma pero en el momento, no sé si odio porque nosotros no tenemos odio, no nacimos para odio, es ira o dolor. Yo no sé odiar y no puedo demostrarles odio a mis hijos tampoco.

“No puede ser que un ser humano haga esa atrocidad, andar con un arma nueve milímetros a los tiros”

 

 


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