"Lo que más esperamos es que suene el teléfono, que haya un posible donante y que pueda tener esa oportunidad de recibir el órgano y tener una vida más normal".
Ramiro pasó sus primeros seis meses en CTI, hasta que le pusieron un marcapasos. En 2016, cuando tenía dos años, su función cardíaca bajó al 15 % y desde ese momento espera por un trasplante de corazón.
“En este momento está bien, pero su corazoncito se sigue deteriorando, le cuesta mucho crecer, no engorda casi nada. Tiene momentos muy difíciles en los que queda internado”, contó la madre de Ramiro.
Recién este año pudo empezar el jardín, aunque lo hace pocas horas. Su madre relató que muchos centros educativos lo rechazaron por la complejidad de su condición.
“Hay que cuidarlo mucho, que no se caiga, que no se enfríe. Dentro de todo es un niño muy feliz. Cada vez es más difícil llevarlo a que le saquen sangre, pero es súper feliz, siempre contento.
Lo que más esperamos es que suene el teléfono, que haya un posible donante y que pueda tener esa oportunidad de recibir el órgano y resistir esa cirugía y seguir adelante, tener una vida más normal”.
