Esta es la forma en la que las ilusiones ópticas engañan al cerebro

Las personas solemos ver cosas distintas en una misma ilusión óptica, precisamente porque el cerebro saca conclusiones en base a las experiencias personales y los mecanismos innatos de cada persona.

Pueden parecer un juego o una curiosidad, pero lo cierto es que las ilusiones ópticas son una herramienta útil para entender el complejo mecanismo de la percepción y la cognición humana.

Aparecieron hace siglos, como una muestra temprana de la capacidad del ser humano para llevar el pensamiento por rumbos flexibles y también para demostrar que los humanos podemos cambiar nuestra perspectiva de un lado a otro entre puntos de vista alternativos.

Tal vez es por esto que ya desde la Antigüedad el ser humano viene mostrando una fascinación particular por las ilusiones ópticas. Tanto el arte como la ciencia aprovecharon su versatilidad entre lo real y lo imaginario para generar sensaciones visuales ambiguas.

Ahora bien, ¿cómo operan estas ilusiones sobre nuestros cerebros? Según un informe publicado en La Vanguardia, “el cerebro necesita encontrar un significado y un equilibrio en todo lo que ve, y en todos los datos enviados por los sentidos”. Es por esto que el cerebro, con el fin de encontrar una respuesta a todo lo que sucede a su alrededor, “decide reinterpretar los datos a través de sus propias estadísticas y, después de haber extraído la información disponible, llega a una conclusión”.

Las personas solemos ver cosas distintas en una misma ilusión óptica, precisamente porque el cerebro saca conclusiones en base a las experiencias personales y los mecanismos innatos de cada persona.

Algunas de las ilusiones ópticas más comunes se basan en lo que la ciencia llama efecto de contraste simultáneo. “Este efecto fue identificado por primera vez en el siglo XIX, y desde entonces ha mantenido a los científicos ocupados tratando de resolver si la clave del efecto reside en nuestra visión o en nuestra interpretación de la realidad; es decir, si es fisiológico o psicológico”, detalla el portal especializado OpenMind.

Según el Instituto Tecnológico de Massachusetts “esta clase de ilusión óptica es un fenómeno de bajo nivel, posiblemente situado en la propia retina, y que no depende de un procesamiento cognitivo complejo”. Se encontró que otros animales como monos, peces, reptiles, aves y hasta insectos son sensibles a este tipo de ilusión óptica.

Sin embargo, como todo lo vinculado al cerebro, todavía falta mucho para terminar de comprender cómo funciona nuestra percepción y que tan lejos podría llegar una ilusión.


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