El grafeno está bajo el radar de la ciencia desde 2004. Desde entonces se viene especulando mucho sobre su potencial. Se dice que es resistente como el acero, pero muy flexible, lo que le da posibilidad a diversas aplicaciones.
Tan resistente como el acero, pero tan elástico como una goma. El grafeno es considerado uno de los materiales que darán forma al futuro.
Actualmente, el grafeno se utiliza para la confección de varios objetos, como los circuitos electrónicos que hay dentro de un teléfono inteligente o en el grafo de los lápices.
Se trata de una sustancia de carbón que la ciencia está estudiando con muchísima atención porque es muy ligera, resistente, transparente y más conductiva que el cobre. Aunque, por ahora, su salida comercial más común está en la industria de la ropa y el calzado deportivo.
La ciencia todavía investiga el uso que se le pueda dar al grafeno. Una de las teorías más imaginativas al respecto la plasmó el escritor Arthur Clarke en una de sus novelas. Él decía que el grafeno, gracias a su resistencia y versatilidad, sería capaz de construir un ascensor que llevara a los humanos al espacio.
Esto, claramente es una teoría de ciencia ficción, pero, ¿cuál es realmente el potencial que tiene el grafeno?
Varios estudios, incluso algunos realizados en Uruguay, apuntan a que este material podría servir para filtrar agua y volverla potable, construir un material que pudiera reemplazar el uso de plásticos y también que se podrían inventar baterías pequeñas, pero que almacenen mucha energía y se carguen cinco veces más rápido que una batería común, en cuestión de minutos.
A su vez, creen que podría utilizarse en la biomedicina, creando implantes más accesibles para los seres humanos.
Sin dudas quedan varios problemas para resolver con el uso del grafeno, como la producción masiva y los costos de extracción. Pero es un material abundante y la ciencia quiere apostar a él y así a expandir los límites de la capacidad humana.
