La Nasa presentó sus nuevos trajes espaciales adaptados para astronautas mujeres y con varias innovaciones

Desde el inicio de la carrera espacial en la Guerra Fría, pasando por los primeros alunizajes y hasta llegar a las caminatas espaciales en la Estación Espacial Internacional: el desarrollo de trajes para astronautas permitieron logros inéditos.

Durante los últimos 60 años, los trajes espaciales fueron testigos privilegiados de algunos momentos históricos para la humanidad.

Desde el inicio de la carrera espacial en la Guerra Fría, pasando por los primeros alunizajes y hasta llegar a las caminatas espaciales en la Estación Espacial Internacional: el desarrollo de trajes para astronautas permitieron logros inéditos.

Los trajes más famosos de la NASA se pueden englobar en tres grandes etapas o proyectos de exploración espacial.

El primero de ellos, el Mercury, surgió en 1959, pocos meses después del nacimiento de la propia agencia espacial estadounidense. Los primeros trajes espaciales mantenían los mismos diseños que aquellos utilizados para vuelos presurizados a gran altitud. No obstante, el primer gran salto evolutivo en el diseño de estas piezas fue el agregado de un material llamado Mylar, que dio una resistencia extra a los trajes y permitió adaptarlos a las temperaturas extremas del espacio.

No obstante, estos primeros monos metalizados no estaban exactamente adaptados para circular por el espacio por fuera de una nave. Esa capacidad llegó con el llamado proyecto Gemini. Fue entonces, ya con miras de realizar una caminata espacial por primera vez, que se desarrolló un traje capaz de mantener su flexibilidad una vez presurizado.

Es decir que en el intento de mantener la presión estable dentro del traje, los astronautas perdían movilidad, y eso es algo que el Gemini corrigió en sus diferentes versiones a lo largo de los años.

En el interín se hicieron varias otras mejoras. Se encontraron nuevos materiales que optimizaron el rendimiento de los trajes, se aprendió a lidiar con la humedad corporal luego de horas trabajando en el espacio, y también con la temperatura que iba subiendo a medida que los astronautas se movían.

Así fue que llegamos al tercer gran mojón en la historia de los trajes espaciales: el proyecto Apolo.

En esta etapa de exploración la Nasa ya sabía que tenía que poder diseñar un traje con el que una persona pudiera caminar sobre la superficie de la Luna sin riesgos adicionales.

Se diseñaron varias mejoras innovadoras, pero una de las más destacadas fue el desarrollo de un sistema de enfriamiento de trajes que utilizaba agua en vez de aire. También se agregaron capas de material que mantenían estable la presión y la temperatura.

A su vez se agregó una mochila de soporte vital, con oxígeno y un equipo de eliminación de dióxido de carbono. En total el traje y la mochila pesaban 82 kg en la Tierra, pero solo 14 kg en la Luna debido a los cambios en la gravedad.

En el futuro, los trajes apuestan a ser cada vez más autónomos e independientes de grandes equipos. Además, por primera vez incluirán cámaras para poder observar lo que el astronauta esté mirando y están adaptados para complexiones corporales más pequeñas, en este caso para que las mujeres astronautas puedan usarlos en igualdad de condiciones que sus colegas varones.


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