Álvaro Gutiérrez

Si uno se baja en Avenida Pedro de Mendoza y camina por Camino Benito Berges, la calle se pronuncia empinada rumbo a Los Céspedes. Es mediodía y el sol brilla fuerte, el barrio está tranquilo, no se ve gente en la calle y parece que fuera la hora de la siesta en mi viejo y […]

Si uno se baja en Avenida Pedro de Mendoza y camina por Camino Benito Berges, la calle se pronuncia empinada rumbo a Los Céspedes. Es mediodía y el sol brilla fuerte, el barrio está tranquilo, no se ve gente en la calle y parece que fuera la hora de la siesta en mi viejo y querido Los Cerrillos. Pero en realidad estoy tan solo a 12 kilómetros del Centro de Montevideo.

No hay nadie alrededor de Los Céspedes, me acerco al guardia que está en una especie de garita y me anuncio, enseguida entra al complejo y vuelve al minuto.

-Pasá que ahí están todos los periodistas con Gutiérrez.

Entro y veo un grupo de cuatro o cinco periodistas y a sus camarógrafos. Álvaro Gutiérrez está respondiendo las últimas preguntas, es viernes y Nacional juega el domingo ante River. El técnico acaba de confirmar la formación del equipo titular. Se apagan las cámaras y yo aprovecho y saludo a algunos conocidos.

El técnico de Nacional es alto, me lleva como dos cabezas de altura. Tiene los brazos largos, pegados al cuerpo y un caminar lento. Estoy a tres pasos de él y cuando se me acerca parece uno de esos momentos de slow motion de las películas.

-¿Carla?, me pregunta Gutiérrez.

-Sí, le respondo, gracias por recibirme.

Enseguida aparece el encargado de prensa de Nacional, Juan Pablo Sesto, y nos guía a Gutiérrez y a mí hasta un contenedor blanco que está al lado de las canchas de fútbol. Es un contenedor vacío que tiene dos ventanas y una puerta abiertas, en su interior hay una mesa de plástico y dos sillas. Está sucio y el olor es terrible, es como a excremento de vaca, o de caballo, o de algún animal. No me molesta en realidad, esto me sigue remontando a mi niñez en el campo.

 

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Infancia, estudios y el fútbol

Nací en Montevideo en el barrio Prado. Crecí en una casa con mi madre, mi padre y mis dos hermanos más grandes.

Primero fui a un colegio en jardín de infantes, después fui a la escuela 27 y en tercero de escuela me cambié para el Maturana. Hice hasta cuarto de liceo ahí y después fui en quinto y sexto al Bauzá.

Después empecé la carrera de analista en programación en la ORT. Me quedé en programador porque después empecé a jugar profesionalmente al fútbol y no tenía mucho tiempo. Pero además cuando estuve en España hice un curso de sonido digital que fue un año, para complementar las horas muertas.

 

¿Cuándo empezó a jugar al fútbol?

Empecé cuando fui al Maturana, en tercero de escuela. Maturana era un colegio solo de varones, empecé a jugar al fútbol ahí, me anoté también al baby fútbol que era Maturana también pero no tenía nada que ver con el colegio. Hasta que terminé el baby fútbol y empecé las juveniles en Bella Vista, donde hice todo el proceso de juveniles hasta coronarme campeón con la Primera de Bella Vista y de ahí pasé a otros equipos.

¿Alguien lo llevó a probarse a Bella Vista?

No, un amigo me dijo: gurí hay aspirantes en Bella Vista a tal hora, fuimos y ta, quedé.

¿Y cuánto tiempo estuvo en Bella Vista?

Estuve, a ver… 1, 2, 3, 4, 5, 6… estuve como 8 ó 9 años en Bella Vista.

¿Y después pasó a Peñarol?

Pasé una Liguilla por Peñarol y después me vine y estuve cuatro años en Nacional.

¿Qué sintió cuando pasó a jugar a un equipo grande?

Unos nervios bárbaros porque sufrí el período de adaptación. Acá en Nacional cuando vine me costó como dos meses por lo menos adaptarme al juego de Nacional.

¿Por qué?

Yo era mediocampista, defensivo. Nacional tenía otro tipo de juego donde siempre tenía que proponer, tenía que salir a ganar los partidos. Yo en un equipo chico… metiditos atrás no había ningún tipo de problemas, me costó un poco. Pero por suerte ese año que llegué salimos campeones, así que salió muy bien.

Y después se fue al exterior…

Después de Nacional me fui al exterior, estuve en Valladolid, en el Rayo Vallecano. Luego volví a Uruguay, jugué en Bella Vista y en Liverpool y me volví a ir para jugar en el Sporting de Gijón y ahí sí no jugué más.

¿Se fue solo a Europa?

Me fui solo y a los seis meses me casé. Yo ya tenía una novia desde hacía tiempo. En diciembre vine a las fiestas, me casé, me la llevé para allá y cuando volvimos me separé.

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Los teros se ponen gritones en esta parte de la entrevista, mientras escucho la grabación me cuesta concentrarme en las palabras de Gutiérrez porque estos pájaros chillan como locos. Miro por la ventana y veo un montón de teros en la cancha. Hay gente dentro del complejo, incluso aún quedan algunos jugadores, pero la tranquilidad del lugar es absoluta y los teros de repente rompen el silencio con sus gritos estridentes.

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La experiencia con la selección uruguaya

Cuando salí campeón con Bella Vista empecé a jugar con la selección, estuve desde el 91 hasta el 98. Disputé tres Copas Américas, dos Eliminatorias, varias giras hice. Al final creo que fueron como 53 partidos que jugué con la selección.

¿Cuándo lo llamaron?

Yo tenía 21 años.

¿Cómo fue?

Yo nunca hice proceso de selección en juveniles, no pasé ni cerca. Fueron años muy intensos porque en el año 90 yo me afiancé como titular en Bella Vista y logramos el Campeonato Uruguayo, que incluso para la época habíamos marcado un récord de 19 partidos invictos para un equipo chico. Jugué la Libertadores, mi primera Libertadores con Bella Vista, y al otro año me llaman para la selección en el 91.

¿Fue una sorpresa o veía posible que lo convocaran?

No, la verdad que cuando estaba en juveniles no lo veía posible. Lo único que quería era jugar en Primera. Después salimos campeones y tampoco me di mucha cuenta de la importancia que había tenido ese suceso. Después a mediados del 91 la prensa había empezado a hablar bien, había habido algún sondeo de equipos argentinos y ahí empecé a pensar un poquito. Justo dieron la lista de la selección pero solo con jugadores locales y realmente me sorprendí, fue una grata sorpresa.

¿Cómo fue esa experiencia?

Las dos Eliminatorias que jugué salimos las dos veces quintos, en esa época no había repechaje entonces quedé afuera de los dos Mundiales. Y en las Copas Américas por suerte pude ganar una y eso fue lo más importante que logré con la selección uruguaya.

La del 95 incluso la festejó tocando la guitarra con el Pájaro Canzani…

Yo toco la guitarra, es uno de mis hobbies, me gusta mucho, me distiende. Justo el Pájaro Canzani se enteró de que yo tocaba la guitarra y como él era el creador de la canción de la Copa América del 95 y tenía dos conciertos planificados para después de la Copa, me preguntó si quería tocar y bueno, no me pareció mal, hicimos dos Cines Plaza.

¿Y estuvo bueno?

Estuvo lindo sí. Fue una experiencia diferente.

¿Había mucha gente?

La verdad es que estaba más asustado que cuando iba a patear el penal, no veía mucho pero había bastante gente sí.

¿Sus compañeros qué le decían?

Algunos se reían porque yo soy más rocanrolero que cumbiero, pero todo bien.

Su retiro del fútbol y los inicios como técnico

Yo me retiré en España en el Sporting de Gijón en el año 2001 porque se agudizó una lesión que yo tenía, me había aplastado un disco intervertebral. No me dejaba entrenar con normalidad porque me dolía mucho, pasaba mucho tiempo parado y aunque me dijeron para firmar con otros equipos no me gustó porque me gusta jugar y para estar lesionado, sin jugar y cobrando… yo no lo veía bien, sabiendo que no sé si iba a mejorar mucho, entonces preferí retirarme.

¿Fue difícil tomar la decisión de retirarse?

No fue muy difícil para mí porque estaba muy dolorido y creo que profesionalmente había logrado todo lo que yo quise. Yo empecé en Bella Vista de juveniles y a mí me echaban me decían: no vengas más. Y yo seguía yendo, siempre alguno faltaba, siempre terminaba jugando.

¿Y por qué lo echaban?

Porque me decían que no tenía condiciones para el fútbol. Pero con un poco de tesón, de fortaleza física y con inteligencia tratamos de rendir. Terminé saliendo campeón con Bella Vista, jugué en Nacional, campeón con Nacional, Uruguayo y de la Liguilla, campeón con Uruguay. Fui a Valladolid que era un equipo que siempre peleaba el descenso y clasifiqué para la UEFA. Entonces creo que realmente, deportivamente más para mi capacidad no podía pedir.

Entonces empezó el curso de técnico…

Terminó mi carrera y empecé a hacer el curso de técnico acá en Uruguay, fueron dos años. Mientras tanto dirigí en algún colegio que no necesitaba curso. Después cuando me recibí fui ayudante de Moller (Raúl) en Cerrito, y después ya empecé a ser el primer entrenador de Atenas de San Carlos, pasé por Rampla, por Rentistas. Después vine a las juveniles en Nacional.

¿Quién lo trajo?

Me llamó Daniel Enríquez para venir, de esto hace ya seis años. Y acá realmente siempre muy agradecido por lo que aprendí, por lo que me brindaron. Fui progresando como entrenador, salí varias veces campeón con las juveniles, de Séptima, Sexta, Tercera, en las categorías que estuve hasta que se me brindó esta oportunidad.

Leí que usted dijo que cuando empezó como entrenador en juveniles siempre tuvo clara la meta de pasar a Primera.

Sí. Lo que pasa que la gente en la vida tiene sus metas y uno tiene que aspirar siempre a ir progresando. Por supuesto uno no puede pensar: yo quiero solamente esto y que me lo den así. Yo sabía que me faltaba cuando recién empecé, por eso estos años fueron importantísimos para mí, para el conocimiento de manejo de grupo, de metodología de entrenamiento, para conocer a los chiquilines. Son esas cosas que te da el fútbol, pasé de la Sexta a la Tercera y en seis meses me brindaron la posibilidad de dirigir esos tres partidos en Primera, gracias a dios me fue muy bien y ahora estamos acá peleando en Primera.

Se fue Pelusso y lo llamaron a usted. ¿Cómo fue?

Y sí. Se fue Pelusso y enseguida había que meter mano a un técnico porque se había quedado el plantel principal sin técnico, con una derrota de un 5 a 0 en un clásico y no había tiempo que perder. Faltaban tres partidos y me nombraron de manera interina. Por suerte obtuvimos tres buenos resultados con muchos goles a favor, pocos en contra, logramos salir segundos en la Tabla Anual y creo que fue un premio para mí.

¿Y después?

Se terminó y hubo un tiempo de estudio de la situación, incluso yo bajé otra vez a dirigir la Tercera. Y al final decidieron contratarme para técnico de Primera y ahí volví.

¿Cómo se sintió con esa nueva muestra de confianza?

Sentí una alegría enorme como hasta ahora, tengo una alegría tremenda. Me siento con mucha más responsabilidad porque soy partícipe de la preparación física, del sistema de juego, de lo que uno trata de comunicarle a los jugadores, de cómo quiere que jueguen en la cancha. Es algo mucho más importante.

Cómo técnico, ¿cómo le afectó los procesamientos de Arismendi y Nacho González y la prisión domiciliaria?

Te afecta. Yo creo que el fútbol es uno de los pocos trabajos donde hay una comunicación tremenda con los jugadores, por eso somos un grupo. Nosotros siempre cuando nos referimos al grupo hablamos no solo de los jugadores, sino delos cocineros, el cuerpo técnico, el preparador físico, los equipier, los kinesiólogos, los doctores, los de seguridad. Una cantidad de gente que la gente ni sabe que existen y que están en continua relación con nosotros y cuando a alguno de ellos les pasa algo nosotros lo sentimos. Se sintió mucho en nosotros, en el resto de los jugadores, en cada uno de los que conforma el grupo.

¿Los apoyaba de alguna manera?

Sí. Se llamaba, íbamos a las casas a entrenarlos, a estar con ellos. Lo que hace cualquier persona normal cuando un ser querido está pasando por un mal momento.

Como hombre de metas, ¿cuál es su próximo objetivo?

Es el domingo que viene, mi objetivo es ganar los tres puntos y el próximo será ganar los tres puntos que siguen. Acá vamos a tratar de ir siempre partido a partido y entrenamiento a entrenamiento. Planificarlo, ver lo que se necesita y corregir lo que está mal. Tratar de estar enfocado en lo que uno necesita.

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Familia y tiempo libre

Con los entrenamientos entre semana, la concentración y los partidos del fin de semana, ¿le queda tiempo libre para hacer algo extra fútbol?

Poca cosa porque ahora hasta la guitarra está colgada en el ropero. Te requiere mucho más trabajo ser entrenador de Primera, está buenísimo pero tenés que ir a ver a los rivales, ver dos o tres partidos más, asesorarte con gente que te dé otro punto de vista. Tenés que estar pensando muchísimo más en las cosas que llevan lo que es ser entrenador de Primera.

¿Por ejemplo qué cosas?

Como lesiones, suspensiones, jugadores que se van a la selección, actividades sociales que hay que hacerlas porque son parte de esta función. En el tiempo que me queda me dedico a mis hijos.

(Álvaro Gutiérrez tiene dos hijos producto de su primer matrimonio, son dos varones de 16 y 12 años. Con su actual mujer tiene una pequeña de 3 años).

Cuando tengo algún tiempito me gusta ver alguna película o tocar la guitarra o salir a comer afuera.

¿A su familia también le gusta el fútbol?

Mis hijos son re futboleros, mi mujer no. Uno juega en Nacional y el otro en Don Bosco y está en la captación de Nacional, si no es jugador va a ser barra brava porque se pasa todo el día cantando las canciones desde que se levanta hasta que se acuesta. La chiquita dice “¡Nacional nomá!” pero porque imita a los hermanos.

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Álvaro Gutiérrez está sentado frente a mí, hay poco más de un metro de distancia entre ambos. La luz del día entra por la puerta del contenedor y le pega de lleno en la cara. Tiene los ojos celestes, como transparentes. No me mira en casi ningún momento de la entrevista, más bien mira por la ventana, rumbo a las canchas de fútbol, con esa mirada que pone uno cuando se pone a pensar, a recordar momentos buenos y de los otros. Tiene pinta de cansado, habla con voz pastosa y cuando cierro la entrevista y apago el grabador sale casi disparado.

Me voy caminando de Los Céspedes rumbo a la Avenida para tomarme el ómnibus. Cuando camino media cuadra me doy cuenta de que me falta algo… La pucha dejé mi bolso en el contenedor.

Vuelvo a Los Céspedes, voy al contenedor y agarro mi bolso. Me voy. Camino hasta la parada, espero unos minutos y enseguida frena un auto y me ofrece llevarme de regreso al canal. Es el chofer de Tenfield que lleva a otros periodistas. Acepto.

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Me quedé con las ganas de preguntarle al técnico de Nacional por la salida de Andrés Scotti. Entonces días después le escribo pero me responde que no tiene nada para decir al respecto.

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 @carlaUG

 

 


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