Jueza dispuso prisión domiciliaria para Mónica Rivero, extesorera de Lestido acusada de robar más de US$ 7 millones

Rivero fue procesada con prisión en febrero de 2019 por un delito de estafa y falsificación de documentos privados.

La jueza Adriana Chamsarián dispuso este miércoles que Mónica Rivero, extesorera de la empresa Julio César Lestido acusada por el robo de más de US$ 7,6 millones, pase a cumplir prisión domiciliaria, tras dos años y medio de prisión preventiva.

Rivero fue procesada con prisión en febrero de 2019 por un delito de estafa y falsificación de documentos privados.

En la sentencia, a la que accedió Telemundo, Chamsarián entiende que “no surge que existan medidas probatorias que corran riesgo de ser obstaculizadas, no existe causa razonable que amerite el mantenimiento de la medida cautelar”. Por esto, se resuelve sustituir la prisión efectiva por “otra menos gravosa”.

“No obstante, atendiendo a que resulta de público conocimiento la conducta evasiva asumida por la procesada antes de ser detenida, se le impondrán estrictas medidas de control, a efectos de asegurar su sujeción al proceso", indica el fallo de la jueza.

Rivero tendrá un dispositivo electrónico para controlar su ubicación y deberá presentarse todas las semanas ante la seccional más cercana. Además, no puede salir del país.

El caso

Rivero trabajó en la empresa Julio César Lestido durante más de 20 años. Desde el 2006 y por al menos 10 años, robó a la empresa mediante diversas maniobras fraudulentas.

La mujer manejaba las cajas de seguridad, donde se guardaba dinero en efectivo de la empresa y de las sucursales, y se apoderaba de grandes sumas de dinero realizando, paralelamente, registros contables que no se correspondían con la realidad.

También falsificaba estados de cuenta a proveedores y falseaba los datos de los saldos activos y pasivos cuando remitía información a la empresa KPMG que realizaba la auditoría externa.

En total, se estima que el robo alcanzó los US$7.623.233 y $1.435.044. Rivero, su hermano y su esposo eran jugadores VIP del casino Conrad de Punta del Este. Los dos hombres fueron detenidos en su momento, pero fueron puestos en libertad al no comprobarse su participación en el robo de dinero.

Rivero no pudo ser detenida en ese momento porque desapareció de forma misteriosa el 13 de febrero del 2017. Se estimaba que había ido a una peluquería de Ramón Anador y Luis Alberto de Herrera, algo que luego fue desmentido.

Durante dos años figuró en la lista de personas ausentes del Ministerio del Interior y se creía que había sido asesinada o secuestrada.

La realidad era que Rivero se había mudado a Barra del Chuy (Rocha), donde construyó una nueva vida en la que se hacía llamar “doña Ana”. Sus vecinos y amigos del lugar la definieron en ese momento como una mujer querida en la zona, generosa y amable. Practicaba zumba en un centro cultural, e hizo nuevos amigos con quienes concurría a fiestas y reuniones, pero siempre con una condición: no aparecer en ninguna foto.

Sin embargo, su plan se derrumbó cuando una funcionaria de Interpol estaba en ese balneario conversando con una conocida. Le preguntó cómo estaba el lugar y si había algo nuevo para contar, a lo que la conocida le respondió que no, excepto por una mujer que pagó el alquiler al contado con dólares, que decía no tener familia y que era muy solitaria. A partir de ahí comienzan a investigar. Tiempo después, Interpol la detuvo en su cabaña.


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