La ex Cárcel Central por dentro y las historias que sobreviven en sus paredes

Un equipo de Telemundo exploró cada lugar de la histórica prisión. Además, cada paso que dio el italiano Rocco Morabito para fugarse en setiembre del 2019.

Quien pasa por las inmediaciones de San José y Carlos Quijano seguramente no se imagina los secretos que guardan estas paredes de la Jefatura de Policía de Montevideo.

Aquí funcionó durante años, Cárcel Central. Un centro penitenciario VIP. Si bien no había lujosas celdas, quienes allí eran recluidos, estaban tranquilos de que su integridad física no corría peligro.

El silencio que hay hoy dentro de la ex prisión, es inexplicable.

En primer lugar, porque quienes han visitado centros de reclusión, saben que el silencio, ño es sinónimo de estos lugares.

De hecho, cuando hay silencio, es porque el caos se avecina. Silencio en prisión es presagio de un motín, un enfrentamiento entre bandas o un intento de fuga.

En este lugar el silencio parece que llegó para quedarse.

Es muy curioso, pero el olor del establecimiento parece darte la bienvenida.

El olor que hay en el ambiente, es el mismo que hay en el Comcar, o en el penal de Libertad. Difícilmente de explicar, pero entra por la nariz, y no se puede olvidar.

Pero las historias de Cárcel Central son diferentes. Basta con repasar algunos nombres. Aquí estuvo preso el triple homicida Pablo Goncálvez, jugadores de Nacional y Peñarol tras el final de un clásico marcado por la violencia, el ex director de Casinos Municipales Juan Carlos Bengoa, el expresidente de la Conmebol y exvicepresidente de la FIFA, Eugenio Figueredo, y Gustavo Lepere, uno de los secuestradores de la doctora Milvana Salomone. También Rocco Morabito, en quien vamos a centrar hoy, toda nuestra atención.

El 3 de setiembre de 2017 la noticia recorrió el mundo. Las autoridades de nuestro país habían capturado a Rocco Morabito, el llamado "rey de la cocaína", tras haber estado 23 años prófugo de la Justicia.

Morabito cayó en un hotel de Montevideo, donde se alojaba mientras buscaba apartamento tras separarse de su esposa. Su detención permitió establecer que el caponarco había ingresado al país en 2004 con documentación brasileña, que luego le permitió hacerse de documentos uruguayos. Se hacía llamar Francisco Antonio Capeletto Souza.

El prófugo vivió en Maldonado, en el exclusivo barrio Beverly Hills de Punta del Este y se dedicaba a la producción agropecuaria en terrenos arrendados.

El nombre de Rocco Morabito volvería a recorrer el mundo y nuestro país otra vez iba a estar en la mira. El 24 de junio de 2019, el peligroso narco escapó de Cárcel Central en compañía de Ezequiel Díaz, Matías Acosta y Leonardo Sinopoli.

Solo Rocco permanece prófugo y la Fiscalía de nuestro país aún investiga un posible acto de corrupción en la huida de los delincuentes. Si bien hubo renuncias, suspensiones, sumarios y una investigación interna todavía en curso, la Justicia no se expidió.

El día que Rocco Morbaito fugó las cámaras de la Cárcel no funcionaban.

El italiano fue directo a una pizzería de Punta Carretas. Un ruso, propietario de ese comercio fue enviado a prisión por dar asistencia al mafioso, al que se sabe condujo hasta Minas.

Fuentes de Interpol Uruguay dijeron a Telemundo que el peligroso delincuente sigue siendo buscado y se sospecha está en el sur Brasil.

La días en prisión de Rocco Morabito:

Rocco Morabito pasaba sus días en una pequeña celda de Cárcel Central. La número 24 del piso 6.

Tras las pericias de Policía Científica la Justicia ordenó soldar la puerta, para que nadie ingresara.

El espacio de Rocco quedaba al lado del baño y del gimnasio, lugar donde iba habitualmente a realizar ejercicios.

EN el gimnasio hay una ventana que le indicaba que la azotea estaba a muy pocos metros.

Seguramente el caponarco planificó cuidadosamente el escape.

La noche del domingo 23 de junio, cuando se apagaron las luces de la prisión, es de suponer que Rocco ya había desprendido la reja de su ventana, y que solo la sacó para intentar llegar a la única barrera que le impedía escapar, un alambrado.

Nadie sabe cómo el italiano se sostuvo en el aire, para poder cortar el alambre, que le impedía llegar al techo de la cárcel.

Una vez que logró salir al exterior, camino muy pocos metros, hasta llegar a la ventana de la casa de Élida Ituarte, la mujer de 80 años que se encontró en el living de su casa con todos los delincuentes. Solo pedían una cosa, las llaves para poder escapar.


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