Científicos quieren encontrar a los ancestros de las plantas escenciales y amenazadas por el cambio climático

Según un estudio publicado este año, cerca de una tercera parte de la producción agrícola estaría amenazada por el calentamiento global.

¿Un mundo sin chocolate? ¿Una pausa sin café? ¿Platos típicos sin arroz? La hipótesis parece alejada de la realidad, pero ante la amenaza del cambio climático, algunos expertos empezaron a rastrear de forma urgente los ancestros salvajes de plantas que forman parte de nuestra dieta.

Es que el calentamiento del planeta tiene consecuencias en cultivos tan primordiales como los cereales, el café, el té, el cacao o el banano. Algunas de esas especies, como la papa o el arroz, son esenciales en la dieta de miles de millones de seres humanos. Según un estudio publicado este año, cerca de una tercera parte de la producción agrícola estaría amenazada.

Los arrozales, por ejemplo, se verían directamente amenazados por la subida del nivel del mar, que aumenta la salinidad en los deltas. Por su parte, el Centro Internacional de la Papa anticipa una caída del 32% de las cosechas de aquí a 2060.

En cuanto al café y el cacao, varios estudios proyectan una caída significativa de la superficie de los cultivos, de aquí a 2050, y de hasta más de la mitad de la producción en el caso del café.

La pregunta entonces es: ¿y ahora qué? Durante más de 10.000 años, la humanidad utilizó técnicas de cultivo selectivo para adaptar las especies vegetales a un uso agrícola en un medio ambiente determinado. Pero ese medio ambiente está cambiando a gran velocidad, y algunos científicos sugieren que quizás llegó el momento de volver a recuperar las versiones primigenias de las semillas más consumidas.

El primer obstáculo para utilizar características genéticas ancestrales, como una mayor resistencia a la salinidad o al calor, es tener acceso a esas versiones salvajes. Existen bancos genéticos de semillas que colectan y almacenan los granos de cerca de 40.000 especies de plantas salvajes. El más importante está ubicado en Noruega, enterrado en el hielo y diseñado para soportar cualquier catástrofe. Pero no todas las semillas están representadas. Es por eso que se necesitan botanistas especializados para una tarea larga y costosa.

Entre 2013 y 2018 algunas iniciativas científicas lograron recoger más de 4.600 muestras de 371 variedades salvajes de 28 cultivos prioritarios. Por su parte, en cuatro países de América Central, cuna de numerosos cultivos, 70 especies salvajes de plantas esenciales para la alimentación, como el maíz, la papa, el aguacate o la calabaza, están amenazadas de extinción, es decir, el 35% de las plantas analizadas, según un reciente estudio.

Los especialistas temen llegar demasiado tarde. Y además, una vez halladas y recogidas, el trabajo no se terminó. Las variedades no están directamente listas para una agricultura a gran escala, se necesita una adaptación.

Así que hay que experimentar con nuevas variedades. Esta tarea puede tomar entre 10 y 20 años si no se utiliza la ingeniería genética y no se alteran las semillas con técnicas transgénicas. Pero tal vez esta filosofía deba ser sacrificada. Por ejemplo, en el caso de la papa, desarrollar una nueva variedad puede tomar hasta 100 años. Y el reloj ya está corriendo.


Las Más Vistas