La historia del trofeo del Mundial

Tras el arribo de la Copa del Mundo a Uruguay, damos un breve repaso a la historia que incluye escondites, robos, réplicas y mucho más

Ya en la primera Copa, Jules Rimet acordó con los demás representantes de la FIFA que en cada Copa del Mundo se pondría en juego un trofeo especial que quedaría en poder de la nación vencedora durante cuatro años, hasta la competencia siguiente. Rimet solicitó la creación del galardón al escultor Abel Lafleur, que diseñó una copa con la figura de la diosa griega de la victoria, Nike, con las manos extendidas.

En 1938, después que Italia venció a Checoslovaquia en la final del mundial de Francia, la copa fue guardada dentro de la bóveda de seguridad en un banco romano. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el vicepresidente de la Federación Italiana, la retiró de la entidad bancaria y la escondió debajo de su cama adentro de una caja de zapatos, para evitar que fuera hallada por los alemanes.
Casi 30 años más tarde, en 1966 a pocos meses del inicio del mundial que se disputó en Inglaterra, la figura dorada desapareció misteriosamente de las vitrinas de una tienda londinense. Se exhibía allí para promocionar el campeonato.

El enigmático robo puso en vilo al prestigioso cuerpo de policías Scotland Yard, que a pesar de asignar el caso a sus mejores hombres no logró obtener una sola pista. Desesperada por el bochornoso suceso que hacía trizas su arrogancia, la Football Association encomendó en secreto al orfebre Alexander Clarke la realización de una copia para sustituir al premio original.

Antes que el artista terminara su trabajo, un perro salvó el orgullo inglés al hallar la preciada copa envuelta en diarios en un jardín de un suburbio. En 1970 el trofeo llegó a la sede de la Confederación Brasilera de Fútbol, para quedarse eternamente. La copa fue robada en diciembre de 1983. La FIFA tomó nota de este incidente y para evitar sorpresas desagradables determinó que no se entregaría al país ganador la nueva copa que se puso en juego desde 1974, que fue diseñada y producida por el orfebre italiano Silvio Gazzaniga. Desde entonces solo se otorga una réplica al ganador y el original se conserva en las oficinas que el organismo posee en Suiza.


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