El aumento de la salinidad del agua de OSE incrementa el riesgo de corrosión de los caños de las calderas de la refinería de La Teja

“Estamos con el Jesús en la boca, haciendo malabares y rezando para que llueva”, dijo el presidente de Ancap, Alejandro Stipanicic. 

El aumento de la salinidad del agua de OSE incrementa el riesgo de corrosión de los caños de las calderas de la refinería de La Teja, por lo que Ancap está invirtiendo más recursos para bajar la conductividad del agua.

“Estamos con el Jesús en la boca, haciendo malabares y rezando para que llueva”, dijo al diario El Observador el presidente de Ancap, Alejandro Stipanicic. 

La refinería de La Teja utiliza agua para generar vapor que se emplea para el control de temperatura de los procesos. Utiliza agua de alta calidad habitualmente comprada a OSE, que luego de tratarse es usada en el circuito.

El aumento de la salinidad hace que suba la conductividad eléctrica y eso fomenta la corrosión galvánica, acelerando la corrosión de los caños de las calderas.

Ancap enfrenta esa dificultad desde enero pasado, cuando decidió comenzar a mezclar un 70% de agua de OSE con un 30% de agua tratada, suministrada por UTE, que se traslada en camiones cisterna.

Con el aumento reciente de la salinidad, Ancap está gastando más recursos para tratamientos químicos y usando resinas especiales en mayor cantidad de lo habitual para tratar de bajar la conductividad del agua.

Si se supera los umbrales admisibles, habría que parar la operativa de la refinería. 

El Observador informó también que en marzo Ancap le compró a UTE una planta de ósmosis inversa para tratar el agua y reducir las sales, pero solo se pudo utilizar en ocasiones puntuales, por conflictos sindicales. Esta planta no soluciona el problema, pero funciona como paliativo.


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